miércoles, 8 de agosto de 2012

Así viví Selectividad: Día 2 (20/06/2012)

Éste fue el día del "a ver qué pasa". Os preguntaréis el por qué, y esque el exámen de esta segunda jornada de selectividad era el de historia del arte, asignatura para la cual sólo "estudié" un día, intentando memorizar todo lo posible desde el arte musulmán hasta el arte del siglo XX, de donde en la opción B del exámen aparecerían dos imágenes y dos preguntas teóricas. De lo que caería en la opción A (desde la Prehistoria hasta el Barroco), ni pajolera idea. Bueno, pajolera sí; lo que se me había quedado grabado en el cerebro durante el curso.

Yo no quería hacer esta asignatura, pues sabía con creces que no tendría tiempo para prepararla por la extensión/dificultad de las demás. Sin embargo, la mano de mi santa madre tuvo mucho que ver en que este 20 de junio de 2012 estuviese yo haciendo el examen. La historia se remonta al día 30 de Mayo, cuando me dieron las notas. La alegría colectiva por los aprobados nos hizo ir todos juntos a los 100 Montaditos, donde nos pusimos hasta las cejas de cerveza. Por ello llegué contentín a mi casa y mi madre, que había estado esperándome hasta cerca de la 1:00, me obligó a rellenar en ese instante el papel de las asignaturas que iba a hacer en selectividad. Me dijo que las hiciera todas, incluyendo arte como específica, pues solo costaba 15 euros cada una. Yo insistí en que no podría preparármelo, pero ella insistió más diciéndome que "lo mismo me tocaba algo que me sabía del curso". Además, me contaba 0,20 para periodismo, es decir, 0,20 puntos por cada punto conseguido en el exámen. Porque tenía sueño y porque no tenía ganas de discutir, acepté lo que me aconsejaba mi madre. Y menos mal...

7:30 a.m.

Se levanta el menda. Mucho más relajado que el día anterior, me voy vistiendo con tranquilidad, casi seguro de que a la media hora entregaría el examen, ya que pensaba que no tendría tantísima suerte como para que me tocase algo que me supiese por defecto. No suelo ser pesimista, pero ese día tenía que tener muchísima suerte. Son cientos de obras y de preguntas teóricas las que podrían caer, pero... si el día anterior tuve mala suerte con los dos literarios, ¿por qué hoy no iba a ser al contrario?

8:00 a.m.

Me monto en el coche con mi madre y tiro para la UCA sin ni siquiera repasar nada, sabedor de que por mucho que lo mirase ya, no aprendería nada nuevo (y eso es mas verdá que verdá). Tranquilidad absoluta. Creo que en ese aspecto, el ir tan poco preparado me sirvió mucho para no ponerme nervioso. Tras el breve trayecto en coche llego allí y, un día más, me encuentro a la gente histérica, aunque ya un poco menos al haber pasado lo más difícil. Encuentro a una de mis compañeras con los nervios a flor de piel. Yo, lejos de unirme a su histerismo, intento calmarla porque soy un señor.

8:30 a.m.

La suerte está echada. Más que nunca, lo que tenía que tener era una papa de 30 kilos para aprobar este exámen. Tras el protocolo de las tarjetitas y las explicaciones de cómo va la cosa y el tiempo que tenemos, comienzan a repartir los exámenes. Cuando me llega el folio, lógicamente, me voy directamente hacia la opción B. ¿Eh? Lo que suponía. La primera imágen, una cúpula que todavía no he descubierto cual es. La segunda imagen, un cuadro de Van Gogh de una casa que tampoco sé aún de cual se trata. Por su parte, las preguntas teóricas eran "Arte nazarí: La Alhambra y el Generalife" y "La escultura barroca en Italia: Bernini". Estaba perdido. Sin embargo, en estos segundos de pesadumbre y desolación recordé que había una opción A, la cual no me había mirado pero que, sin embargo, me depararía una grata sorpresa. Al levantar la mirada hacia dicha opción, vi la pintura más conocida del arte Paleocristiano: el Pantocrátor. Coño, ¡que me lo sé más o menos, que me cayó en el examen de este tema en el instituto! Me fijo en la otra imagen y... ¡HOSTIAS, EL MOISÉS DE MIGUEL ÁNGEL! A 2,5 cada pregunta, si hacía esas dos perfectas, ya tendría el aprobado y un punto más sobre la nota final. Sin embargo, está claro que tener las dos imágenes perfectas era una hazaña al alcance de muy pocos, más sin haber estudiado. Entonces leí las preguntas teóricas: "Arquitectura egipcia: la tumba y el templo". Rápidamente sentí un subidón y me dije "hostia, hostia, hostia que aquí me enrollo yo y saco por lo menos un puntazo". Veo la otra y leo: "La pintura barroca española. El realismo barroco: Velázquez y Murillo". ¿Quién, después de haber dado a Velázquez en la clase por activa y por pasiva no iba a sacar al menos la mitad de la pregunta? Entonces me dije "killo Álvaro, que no hay más preguntas, ¡que puedes aprobar la opción A sobrao'!". A partir de ahí, comencé a enrollarme con las dos imágenes hasta rellenar tres carillas con cada una. Yo mientras escribía, no paraba de flipar conmigo mismo. Cuantas más cosas escribía, más cosas recordaba. Era ese típico momento de felicidad en el que se te olvidan todos los problemas. Pim, pam, pim, pam, sublime. Cuando terminé las imágenes comencé con las teóricas. En la de Egipto he de reconocer que le solté el rollo al que corrigiera hablándole más de cosas de historia y sociedad de la época que de la misma tumba y del templo, que era de lo que realmente trataba la pregunta. Por otra parte, para la de Velázquez y Murillo, también he de reconocer que no hablé de ninguna característica de la pintura barroca, ni de Murillo, del cual no tenía ni idea. Sólo Velázquez. Dibujé en mi mente el cuadro de las Meninas y me puse a sacarle las características que iba viendo y luego le solté un trocito de la vida del mismísimo Velázquez. La gente se iba retirando del aula y yo continuaba escribiendo. Es más, terminé de los últimos.

10:00 a.m.

Sin duda, cuando entregué, sentí una de las mejores sensaciones que se ha convertido en uno de los mejores recuerdos que me ha dejado la temida selectividad: la certeza de que, aún sin estudiar, aprendí durante el curso lo suficiente para aprobar un examen de historia del arte, la asignatura más gorda del mundo entero. La consecuencia directa, un 6,5 que me sumó a la nota final 1,3 puntos, puntos que de no haber conseguido no habría podido entrar en la carrera de periodismo en Sevilla, al menos en la primera convocatoria.

MORALEJA DEL SEGUNDO DÍA: "HAZLE CASO A TU MADRE, PUES SIEMPRE LLEVARÁ LA RAZÓN. SIEMPRE."

MORALEJA SERIA: "AUNQUE HAYA SÓLO UNA OPORTUNIDAD ENTRE MILES, SIEMPRE MERECERÁ LA PENA INTENTARLO."

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