A contrarreloj y después de haberme metido entre pecho y espalda tres filetes de pollo empanado del tamaño (cada uno) del mapa de África a escala 1:1, escribo esta entrada con el fin de contar que la fiesta de ayer terminó siendo como quemar diez euros o como hacer un avioncito y tirarlo acantilado abajo -que ambas prácticas vienen a tener el mismo fin- y que espero que la cosa hoy remonte. Me he levantado alas 14:00 hora española y he llegado a casa -dormí en casa de un amigo- para comerme semejante plato de filetes y enterarme de la hora a la que habíamos quedado. Son ahora mismo las 15:34 y el tren sale alas 16:30, por lo que hemos quedado a las 16:15 para sacar los tíckets con tranquilidad. Tengo que lavarme los dientes, vestirme, coger la ropa para salir por la noche, el dinero, llegar a la estación... ¡dios que hago escribiendo!
Bueno, en realidad vivo a cinco minutos andando de la estación, por lo que creo que me da tiempo, creo... dicho esto, voy a vestirme y demás, que me espera una tardecita de playa en Valdelagrana y una noche de ¿marcha? en El Paseo del Puerto de Santa María. A todo esto, hace un viento curioso aquí en Jerez, por lo que así a ojo, preveo un ventarrón de 98 km/h en Valdelagrana, donde parece que el viento siempre está mosqueao. Espero equivocarme, no hay nada peor que tragar tierra por todos los boquetes de tu cuerpo y ver volar sombrillas una tras otra.
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