Sin haber terminado todavía, puedo decir que este fin de semana ha sido de los más movidos que he vivido, si no el que más. Tal y como avisé, el viernes estuve en Rota en la feria de la Urta. Al margen de la gran noche que pasamos hasta las ocho de la mañana cuando cogimos el autobús de vuelta, la gran anécdota de la noche y una de las mejores del verano fue, sin duda, el viaje de ida. Cuando llegué a la estación con mis amigos, tampoco esque hubiera demasiada gente, tú sabes, lo normal, teniendo en mente que al menos vendrían un par de autobuses. Qué va, fue llegar el único autobús que había e ir acumulándose la gente en la entrada, de forma que solo entró la mitad de la gente, o menos de la mitad. Para colmo, el chófer nos dijo que ya no venían más autobuses, que nos buscáramos la vida. ¿Qué hacer cuando estás arregladito, peinadito, con tu botellona y tus cosas compradas y sobre todo, con la idea en la mente de ir a un sitio y que de repente todo se vaya a tomá por zaco? Pues hay múltiples opciones, entre las que se encuentra la de aguantarse y quedarse en Jerez... pero en nuestra mente no existía esa posibilidad, por lo que nuestra decisión fue coger un taxi hasta Rota, que terminó saliéndonos por 42 €. De 1,30 € por cabeza, a 10 €. Pero la cosa esque llegamos allí y pasamos una gran noche, de la que incluso tengo un vídeo de un amigo -que sólo se oye- cantando por bulerías. A la vuelta, como ya dije, fue una odisea para conseguir entrar en el autobús... pero lo logré, después de un largo rato de empujones y calores en medio de la muchedumbre sudorosa y de borrachera.
Y ayer, negándome al principio a ir a las barbacoas de Carranza, terminé allí ya que uno de mis amigos me lo pidió como si le fuese la vida en ello. Estuvo muy bien, más tranquilito, pero bien, con la pequeña anécdota de que en dos minutos llegué de mi casa a la estación corriendo a sprint en chanclas porque mi amigo llegó tarde a mi casa. + Killo, son las 22:30, a menos veinticinco sale el tren y ya no hay más, ya no llegamos... - Sí llegamos. Y justo después, el mencionado sprint que me hizo en dos minutos llegar y sacar el tícket. Para colmo, cuando estaba ya en el andén del tren, sonó el pito de que se iba y tuve que pegar otro pequeño sprint. Mi amigo entró y a mí, al entrar me cogió la puerta a la altura de los hombros. Entré, y se quedo la mochila entre las puertas, y fue entonces cuando tiré fuerte para adentro porque seguro que YO no me quedaba fuera de ese tren. Vamos, que si no me quedaba fuera...
Y hoy, mi hermana me va a invitar al cine a ver El origen del planeta de los simios. Qué alegría, un plan tranquilito después de semejante fin de semana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario